CACERÍA DE LOBOS

Seguí a Pierre hasta llegar a la playa. Allí fruncí la nariz por el olor a licántropo.
-Puaj, si que huelen mal- murmuré mientras saltaba entre las rocas detrás de Pierre. Observé a Pierre en posición de ataque pero no había ningún licántropo por allí. Cerré mis ojos y me concentré en leer mentes por allí. No escuché nada, lo poco que encontré fue un humano a lo lejos, en su casa.
-No hay licántropos por aquí, ni cerca- le dije a Pierre abriendo los ojos y me senté en una roca -Malditos perros ¿¡Dónde están!?- chillé furiosa.

Suspiré.
-No hay ningún perro allí Pierre...- le dije y me paré para observar el lugar.
El chico al que le había leído la mente antes seguía en su casa sólo... al parecer, era un muchacho de 14 años, un niño.
Sonreí y bajé de la roca. Comencé a caminar hacia la casa con una sonrisa divertida. Tenía una idea... No me molesté en decirle nada a Pierre, él me seguiría o haría lo que quisiera. Comencé a caminar cada vez más rápido por la playa centrándome en mi objetivo y sin dejar de sonreir. Solté una carcajada ansiosa y salí corriendo lo más rápido que pude hacia la casa de aquel humano. En pocos minutos estuve frente a su puerta. Me detuve unos segundos, cerré los ojos y aspiré su aroma. No olía bien, pero sería la carnada perfecta para atraer a los licántropos, además de una excelente diversión. Abrí los ojos y me encaminé a la parte trasera de la casita sin hacer ruido para entrar por la ventana de la habitación donde estaba el muchacho.

Entré por detrás de la casa y sonreí al ver al muchacho recostado en su cama. Lo tomé entre mis brazos sin decir nada y salí por la ventana. El niño comenzó a chillar y pedir auxilio, incluso intento golpearme y rasguñarme pero no me hacía nada. Pasé por al lado de Pierre y me paré en el centro de una calle. No había gente alrededor pero estaba segura de que aparecería alguien. Dejé al muchacho en el piso y lo sostuve de los brazos por detrás. El niño no dejaba de oponerse pero no le di importancia y seguí sosteniéndolo. Sostuve sus manos con una mano mía y con la otra acerqué mi uña a su cuello.
-A ver si te salvan tus cachorritos...- susurré en su oído y le hice un pequeño tajo en el cuello. Comenzó a salir sangre pero no demasiada. El jóven chilló de dolor y se desplomó en el suelo cansado de oponerse pero de todas formas no lo solté -Vamos perros malolientes ¿¡Qué esperan!? ¿¡Qué lo maté!?- chillé en medio de la calle mientras el sol daba sobre mi piel y se reflejaba en pequeños diamantes brillantes.

Me acerqué a Lillith un poco más. El olor de la sangre me pudo de repente frenético, por lo que opté por levantar al chiquillo del suelo. Me miró aterrado al notar mi mirada desquiciada, con los ojos desmesuradamente abiertos.

- ¿Solo una pequeña abertura? ¡No petit! ¡Esto tiene que ser algo grande!

Mordí el cuello del pequeño y arranqué un trozo de carne. Me relamí los labios a pesar de que estaba llena de aquel horrendo efluvio de un futuro lupino. El niño comenzó a chillar de nuevo.

- Verás que así si llegan a paso veloz petit...

Paseaba por la Push, el aroma de los chuchos pulgosos me llenaba, era muy desagradable,segui andando, una vez esos chuchos me abia echo quedar en ridiculo, esta vez habia tomaod una decision,y no pensaba dejara ninguno de ellos con vida...sonrei sin darme cuenta,continue andando cada vez estaba mas impaciente por encontarrme con aguno, entonces oli a sangre, fui corriendo y vi a dos vampiros.

-Vaya vaya...asi que hay mas vampiro por aqui - dije con una sonrisa algo cinica - bueno, quedaros con el humano yo me voy a por los licantropos ... - dije girandome.

Sonreí al ver a Pierre arrancar un trozo de carne del cuello del muchacho. El niño seguía manteniendo la conciencia y chillaba de dolor retorciéndose. Largué una carcajada.
-Vaya, estoy con un verdadero asesino- le dije con una sonrisa y toqué al niño agonizante utilizando mi don sobre él. Este comenzó a chillar nuevamente por el dolor mental que le producía, yo seguía sonriendo fuera de mi. Cerré los ojos y comencé a llenar la mente del niño de horribles imágenes, esas que Lizzy había plantado en nuestras mentes una vez y muchas otras más, sin dejar de tocarlo. El pequeño siguió chillando y chillando A ver si con esto aparecen perros pensé para mi mientras lo torturaba.
Levanté la vista al escuchar una vampira y me reí.
-Ve entonces, dudo que los encuentres, no están por aquí- le respondí notando en mi mente que ellos todavía no estaban cerca, al menos no lo suficiente para leer sus mentes. Deberían estar en las fronteras del pueblo, o quizás incluso fuera de este -¿Dónde están los que se suponen que deberían protegerte?- le pregunté al muchacho dejando de torturarlo un momento, este me observó horrorizado y no respondió -Pues si no lo sabes...- dije y volví a torturarlo con una sonrisa en mi rostro.
-Francés, tú si sabes lo que es diversión- le dije a Pierre y volví a largar una carcajada.

Pierre disfrutaba viendo a su víctima sufrir pero yo estaba disfrutando de algo mucho mayos, además de verlo con mis propios ojos sentía lo que sentía en su mente y escuchaba lo que él pensaba. Cerré los ojos disfrutando de aquello.
-Si pudiese ver lo que veo yo...- le dije a Pierre con una sonrisa en el rostro mientras veía toda la mente del muchacho llena de dolor, miedo, confusión y millones de sentimientos más. Abrí los ojos y me agaché al lado del niño. Los licántropos todavía no llegaban y eso me exasperaba.
-¿Acaso estos perros nos temen tanto que no se van a acercar a salvar a un futuro integrante de su clan?- le pregunté a Pierre casi en un susurro mientras observaba la cara llena de sangre del niño. Había sangre alrededor del cuerpo. Toqué la sangre con un dedo y me lo llevé a la boca saboreando la sangre de aquel licántropo. Era un sabor diferente pero delicioso una vez que uno se acostumbraba al mal olor. De repente recordé algo y miré a Pierre.
-¿Nuestro veneno no es letal para los de su especie?- le pregunté con una media sonrisa mientras me ponía de pie y pateaba un costado del muchacho, escuché como algunas costillas se rompían y el niño volvía a chillar entre lágrimas.

Sonreí. Tenía razón.
-Parece que te abandonaron niño- le susurré y me agaché para morderlo suavemente en el cuello -Que sufra antes de morir entonces- le dije a Pierre mientras me paraba y me daba la vuelta dejando al niño sufriendo en el suelo. Comencé a caminar a paso humano y me detuve, miré a Pierre.
-Es tu idea, tú dices a donde vamos francés- le respondí con una media sonrisa.