Últimos temas
FORKS |
STAFF |
SITES |
SPOTLIGHT |
2009-2012 ----- ¡Estamos de vuelta! Así mismo, les recordamos que pronto habrá una limpieza de personajes inactivos, registros fantasma y fichas sin completar.
Como en casa. [Edward]
2 participantes
Rol Twilight© :: Forks :: Bosque :: Claro
Página 1 de 1.
Como en casa. [Edward]
Era Lunes. Unos de los últimos lunes escolares de mi vida.
Edward no había ido al colegio, había salido el fin de semana a alimentarse, aunque ya no le era tan difícil controlarse, aún así intentaba mantenerse lo más lejos del riesgo como fuese posible. Y no culpaba, no sabía cómo era de difícil para él, pero aún así intentaba comprenderlo, después de todo dentro de no mucho pasaría por lo mismo.
Además, la proximidad física era una ventaja para mí.
Después de clases, le dije a Charlie que iría a casa de Angela, una pequeña mentira piadosa, aunque no tuviera nada de piadoso. Pero necesitaba ver a Edward, dos días parecían una eternidad, lo extrañana. No, lo necesitaba, mi cuerpo lo necesitaba, me sentía demasiado vacía sin él. Y debía verlo sin Charlie cerca, pues, debíamos hablar con él, y no sería lógico que arreglaramos esas cosas estando mi padre cerca y usmeando en nuestras conversaciones, a pesar de que Edward sabría si lo hacía o no.
Llegué al claro tan rápido como pude, más bien, como mi monovolúmen lo soportó. Durante el camino, chillaba como un perfecto mártir, pero aún así no era tan audible gracias al sistema nuevo de audio que Emmett me había regalado en mi cumpleaños pasado.
Estacioné mi chevy hasta lo más adentro del bosque que se pudo, aunque no fuera mucho, y caminé hasta el claro. Todavía era temprano a la hora acordada, a las 14, habíamos dicho, así tenía tiempo de almorzar algo entre que saliera de clases. No quise parar a hacerlo, fui directamente, y aún eran las 13:15, pero prefería estar allí y esperarlo.
Cuando llegué al claro, me tomé un momento para observarlo. Siempre se veía extremadamente bello, muy florecido para el frío que Forks usaba como castigo a todos. Sentí admiración por esa flora. Y lástima, porque me recosté sobre ella, y usando el cesped como almohada esperé que Edward llegara, porque cuando sentía su marmórea piel, por más fría que estuviera, me sentía como en casa.
Edward no había ido al colegio, había salido el fin de semana a alimentarse, aunque ya no le era tan difícil controlarse, aún así intentaba mantenerse lo más lejos del riesgo como fuese posible. Y no culpaba, no sabía cómo era de difícil para él, pero aún así intentaba comprenderlo, después de todo dentro de no mucho pasaría por lo mismo.
Además, la proximidad física era una ventaja para mí.
Después de clases, le dije a Charlie que iría a casa de Angela, una pequeña mentira piadosa, aunque no tuviera nada de piadoso. Pero necesitaba ver a Edward, dos días parecían una eternidad, lo extrañana. No, lo necesitaba, mi cuerpo lo necesitaba, me sentía demasiado vacía sin él. Y debía verlo sin Charlie cerca, pues, debíamos hablar con él, y no sería lógico que arreglaramos esas cosas estando mi padre cerca y usmeando en nuestras conversaciones, a pesar de que Edward sabría si lo hacía o no.
Llegué al claro tan rápido como pude, más bien, como mi monovolúmen lo soportó. Durante el camino, chillaba como un perfecto mártir, pero aún así no era tan audible gracias al sistema nuevo de audio que Emmett me había regalado en mi cumpleaños pasado.
Estacioné mi chevy hasta lo más adentro del bosque que se pudo, aunque no fuera mucho, y caminé hasta el claro. Todavía era temprano a la hora acordada, a las 14, habíamos dicho, así tenía tiempo de almorzar algo entre que saliera de clases. No quise parar a hacerlo, fui directamente, y aún eran las 13:15, pero prefería estar allí y esperarlo.
Cuando llegué al claro, me tomé un momento para observarlo. Siempre se veía extremadamente bello, muy florecido para el frío que Forks usaba como castigo a todos. Sentí admiración por esa flora. Y lástima, porque me recosté sobre ella, y usando el cesped como almohada esperé que Edward llegara, porque cuando sentía su marmórea piel, por más fría que estuviera, me sentía como en casa.
Bella Cullen- Cantidad de envíos : 1769
Edad : 37
Localización : Forks, Washington, C.A
Estado Civil :- Casad@
Frase : No one's ever loved someone so much as I love you.
Reputación : 41
Puntos : 882685
Personaje
Raza: Vampiro vegetariano
Don: Escudo Mental
Re: Como en casa. [Edward]
La caza me había venido bien pese haberme separado de Bella todo el fin de semana. Me sentía más fuerte que núnca, o sencillamente estaba pletórico por los acontecimientos que pronto tendrían lugar. Egoístamente me alegraba de que Bella fuese meditado más concienzudamente mi condición y al final hubiese aceptado mi proposición. Para mí no era nada fácil consentir todo lo que me vendría después, ni tan siquiera podía asegurar con rotundidad si estaba preparado para las dos cosas que Bella deseaba. Fruncí el ceño y compuse una mueca de disgusto con los labios, apremiando el volante del vehículo con mis marmóreas manos.
Pero aún sabiendo los riesgos que aquello acarrearía, aún sabiendo que su decisión de convertirse en un vampiro era probablemente -por no asegurar con rotundidad- la más insensata y estúpida que jamás le permitiese hacer, aquello había influido positivamente a mi estado de ánimo. Puse los ojos en blanco y respiré sonoramente por la nariz; una acción todavía humana, algo que tan sólo ocurría cuando iba a perder los estribos, mientras maniobraba para estacionar el Volvo en el linde de la carretera con el bosque. Pese a todo aquello, había conseguido sacar algo bueno e importante para mí: Bella se casaría conmigo. Aunque una parte de mí esperaba que cambiara de opinión acerca de su precipitada conversión. Siempre esperaba a que lo hiciese...
Mis auríferos ojos divisaron prontamente el viejo Chevy de Bella que tan sólo se hallaba a unos metros de donde yo había terminado de ubicar el Volvo. Mis labios se curvaron instantáneamente en una ladeada sonrisa al mismo tiempo en que bajaba del vehículo a una velocidad arrolladora, aquello que mi condición vampírica me permitía sin ningún impedimento. Incliné la cabeza en un sutil movimiento en cuanto alcé el brazo izquierdo para cerciorarme de la hora. Si bien había decidido con Bella encontrarnos en el prado después de que finalizaran las clases, me había sorprendido gratamente que se encontrara por aquí tan temprano.
Elevé la mirada hacia el verde bosque de Forks y, sin querer alargar mi impaciencia por ver a mi prometida, emprendí la carrera a una velocidad inhumana. Esquivé sin ningún problema todos los percances que me encontraba por el camino; árboles, ramas, afluentes, etcétera. Para la vista de cualquier humano que merodeara por los alrededores -aunque no sentía la presencia de nadie más excepto la de Bella- tan sólo verían pasar una mancha azul y gris -azul por los pantalones, y gris por el jersey- prácticamente borrosa. Conocía el camino hacia el prado extremadamente bien. Podría hacerlo con los ojos cerrados y llegaría en un par de minutos. Incluso si no fuese porque conocía y tenía en mi mente grabado cada paso hasta el lugar, el olor de Bella podía guiarme a través del infierno y traerme de vuelta. Era esa mezcla de champú de fresa y gel de cítricos tan sumamente atrayente: aquel matiz puramente de Bella.
Cesé de repente la velocidad cuando ya había finalizado con el trayecto, y atravesé todo el prado repleto de flores violetas a un paso relativamente lento y sumamente ridículo en comparación con la velocidad a la que había recurrido segundos atrás. Y allí estaba ella; tumbada en medio del prado con aquel gesto de relajación y felicidad. Hermosa como núnca. Su respiración y su corazón retumbaban en mi cabeza como si me diesen la bienvenida en aquel idílico lugar. Era encantador sentir aquella sensación de dicha.
Bella no se percató de mi presencia hasta que me situé a su costado, tumbándome respectivamente y, apoyando ambos codos sobre el florido campo para tener una buena perspectiva de su rostro. Era consciente de la sorpresa que se había cruzado en sus ojos. - Hola, amor. - Le saludé dedicándole una sonrisa deslumbrante, su favorita. - No pensaba encontrarte por aquí tan pronto... Espero que no te haya hecho esperar demasiado. Aunque sea de forma inconsciente es un acto muy poco cortés. - Me incliné hacia ella sin borrar la sonrisa para acortar la distancia de nuestros rostros, rozando levemente mi nariz con la suya; su piel ardía agradablemente bajo mi contacto. - Me... resulta cada vez más complicado permanecer sin ti ya sea a causa de fuerza mayor y que tan sólo se traten de dos días. - Le susurré con dulzura manteniendo la proximidad, clavando mis pupilas en sus ojos achocolatados.
Pero aún sabiendo los riesgos que aquello acarrearía, aún sabiendo que su decisión de convertirse en un vampiro era probablemente -por no asegurar con rotundidad- la más insensata y estúpida que jamás le permitiese hacer, aquello había influido positivamente a mi estado de ánimo. Puse los ojos en blanco y respiré sonoramente por la nariz; una acción todavía humana, algo que tan sólo ocurría cuando iba a perder los estribos, mientras maniobraba para estacionar el Volvo en el linde de la carretera con el bosque. Pese a todo aquello, había conseguido sacar algo bueno e importante para mí: Bella se casaría conmigo. Aunque una parte de mí esperaba que cambiara de opinión acerca de su precipitada conversión. Siempre esperaba a que lo hiciese...
Mis auríferos ojos divisaron prontamente el viejo Chevy de Bella que tan sólo se hallaba a unos metros de donde yo había terminado de ubicar el Volvo. Mis labios se curvaron instantáneamente en una ladeada sonrisa al mismo tiempo en que bajaba del vehículo a una velocidad arrolladora, aquello que mi condición vampírica me permitía sin ningún impedimento. Incliné la cabeza en un sutil movimiento en cuanto alcé el brazo izquierdo para cerciorarme de la hora. Si bien había decidido con Bella encontrarnos en el prado después de que finalizaran las clases, me había sorprendido gratamente que se encontrara por aquí tan temprano.
Elevé la mirada hacia el verde bosque de Forks y, sin querer alargar mi impaciencia por ver a mi prometida, emprendí la carrera a una velocidad inhumana. Esquivé sin ningún problema todos los percances que me encontraba por el camino; árboles, ramas, afluentes, etcétera. Para la vista de cualquier humano que merodeara por los alrededores -aunque no sentía la presencia de nadie más excepto la de Bella- tan sólo verían pasar una mancha azul y gris -azul por los pantalones, y gris por el jersey- prácticamente borrosa. Conocía el camino hacia el prado extremadamente bien. Podría hacerlo con los ojos cerrados y llegaría en un par de minutos. Incluso si no fuese porque conocía y tenía en mi mente grabado cada paso hasta el lugar, el olor de Bella podía guiarme a través del infierno y traerme de vuelta. Era esa mezcla de champú de fresa y gel de cítricos tan sumamente atrayente: aquel matiz puramente de Bella.
Cesé de repente la velocidad cuando ya había finalizado con el trayecto, y atravesé todo el prado repleto de flores violetas a un paso relativamente lento y sumamente ridículo en comparación con la velocidad a la que había recurrido segundos atrás. Y allí estaba ella; tumbada en medio del prado con aquel gesto de relajación y felicidad. Hermosa como núnca. Su respiración y su corazón retumbaban en mi cabeza como si me diesen la bienvenida en aquel idílico lugar. Era encantador sentir aquella sensación de dicha.
Bella no se percató de mi presencia hasta que me situé a su costado, tumbándome respectivamente y, apoyando ambos codos sobre el florido campo para tener una buena perspectiva de su rostro. Era consciente de la sorpresa que se había cruzado en sus ojos. - Hola, amor. - Le saludé dedicándole una sonrisa deslumbrante, su favorita. - No pensaba encontrarte por aquí tan pronto... Espero que no te haya hecho esperar demasiado. Aunque sea de forma inconsciente es un acto muy poco cortés. - Me incliné hacia ella sin borrar la sonrisa para acortar la distancia de nuestros rostros, rozando levemente mi nariz con la suya; su piel ardía agradablemente bajo mi contacto. - Me... resulta cada vez más complicado permanecer sin ti ya sea a causa de fuerza mayor y que tan sólo se traten de dos días. - Le susurré con dulzura manteniendo la proximidad, clavando mis pupilas en sus ojos achocolatados.
Edward M. Cullen*- Cantidad de envíos : 14
Edad : 32
Localización : Forks, WA
Estado Civil :- Comprometid@
- Enamorad@
- En una relación
Frase : Cuída de mi corazón, lo he dejado contigo.
Reputación : 1
Puntos : 787969
Personaje
Raza: Vampiro vegetariano
Don: Telepatía Unilateral
Re: Como en casa. [Edward]
Al principio, intentaba llevar una semi contabiduría de los minutos que transcurrían, me perdí, más bien distraje, luego de los dos o tres. En verdad mi atención flaqueaba cuando se trataba de Edward, y eso que sólo pensaba en él, aguardaba por él. ¿Cómo sería cuando por fín fuese convertida? Edward me había comentado reiteradas veces lo distraídos que podían ser los vampíros, espcialmente los neófitos.
Mantuve los ojos cerrados dejándome acariciar por la brisa que recorría el claro durane varios segundos más, y casí sentí que moría de sueño cuando justamente la noche anterior había tenido la oportunidad perfecta de dormir dado que no había recibido ninguna visita nocturna; talves el no recibirla, el anhelarla fue lo que me impidió dormir.
A pesar de tener los párpados cerrados, pude sentir el calor e incremento de luz en el lugar, las espesas y por demás oscuras nubes de la península se habían abierto apenas, pero lo suficiente para permitirle a unos cuantos rayos de sol que se entrometieran en esa parte del prado.
Disfruté de ese calor, aunque me hiciese extrañar el cálido clima de Phoenix, nunca más volvería allí, pero así lo había decidido, y era un precio que estaba dispuesta a pagar.
De repente, percibí un cambio en la luz e instintivamente abrí los párpados, en busca de algún sonido delator ó en comprobación de que sólo las nubes hubiesen vuelto a cerrar su forma homogénea.
Muy diferente fue lo que encontraron mis ojos. Buscaba ver un claro oscuro y nuevamente frío, pero entonces lo ví a él, el ser más hermoso en el mundo. Sus ojos brillaban, sus orbes que se teñían de un color oro mostraban un tinte más fuerte que nunca, probablemente producto de la reciente caza.
Entonces, vino algo peor; su voz. Su aterciopelada voz. Moría casi literalemten al escucharlo, tan suave, tan melodioso, simplemente perfecto.
Me saludó con simplicidad, pero su sonrisa era tan provocativa y matadora para mí como su voz, ó sus ojos, ó casi como su alma. Aunque en realidad, no había nada en él que no me gustara. Y otra vez estaba perdiendo la cuenta de cuánto tiempo pasó desde que me saludó hasta que siquiera pensé en responderle, sinceramente no reaccioné hasta que me sentí mareada, porque podría quedarme observándolo horas sin respirar, y esta vez me había olvidado de hacerlo...nuevamente.
-H-Hola.- Lo saludé y respiré hondo de forma torpe y rogué que no me sonrojase por eso, suspirando levemente como si estuviera extremadamente exhausta, y segundos luego ya comenzaba a sentir el calor en mis pómulos del sonrojo. Intenté disimularlo, aunque fuese imposible para su increíble vista. -Recién llego, Edward. No he esperado nada más que un par de minutos.- Me incorporé, sentándome en el mismo lugar dónde anteriormente me recostaba.
-A mí también me cuesta estar lejos de tí...Pero pronto no tendremos que estar más lejos uno del otro...Nunca más.- Me sonreí inconcientemente, pero no de forma cínica o irónica como talves hubiese sido común en mí, si no que dejé escapar algo de inocencia, más bien dicho, anhelo en mis palabras, que con ellas arrastraron mi humana torpeza gestual.
Mantuve los ojos cerrados dejándome acariciar por la brisa que recorría el claro durane varios segundos más, y casí sentí que moría de sueño cuando justamente la noche anterior había tenido la oportunidad perfecta de dormir dado que no había recibido ninguna visita nocturna; talves el no recibirla, el anhelarla fue lo que me impidió dormir.
A pesar de tener los párpados cerrados, pude sentir el calor e incremento de luz en el lugar, las espesas y por demás oscuras nubes de la península se habían abierto apenas, pero lo suficiente para permitirle a unos cuantos rayos de sol que se entrometieran en esa parte del prado.
Disfruté de ese calor, aunque me hiciese extrañar el cálido clima de Phoenix, nunca más volvería allí, pero así lo había decidido, y era un precio que estaba dispuesta a pagar.
De repente, percibí un cambio en la luz e instintivamente abrí los párpados, en busca de algún sonido delator ó en comprobación de que sólo las nubes hubiesen vuelto a cerrar su forma homogénea.
Muy diferente fue lo que encontraron mis ojos. Buscaba ver un claro oscuro y nuevamente frío, pero entonces lo ví a él, el ser más hermoso en el mundo. Sus ojos brillaban, sus orbes que se teñían de un color oro mostraban un tinte más fuerte que nunca, probablemente producto de la reciente caza.
Entonces, vino algo peor; su voz. Su aterciopelada voz. Moría casi literalemten al escucharlo, tan suave, tan melodioso, simplemente perfecto.
Me saludó con simplicidad, pero su sonrisa era tan provocativa y matadora para mí como su voz, ó sus ojos, ó casi como su alma. Aunque en realidad, no había nada en él que no me gustara. Y otra vez estaba perdiendo la cuenta de cuánto tiempo pasó desde que me saludó hasta que siquiera pensé en responderle, sinceramente no reaccioné hasta que me sentí mareada, porque podría quedarme observándolo horas sin respirar, y esta vez me había olvidado de hacerlo...nuevamente.
-H-Hola.- Lo saludé y respiré hondo de forma torpe y rogué que no me sonrojase por eso, suspirando levemente como si estuviera extremadamente exhausta, y segundos luego ya comenzaba a sentir el calor en mis pómulos del sonrojo. Intenté disimularlo, aunque fuese imposible para su increíble vista. -Recién llego, Edward. No he esperado nada más que un par de minutos.- Me incorporé, sentándome en el mismo lugar dónde anteriormente me recostaba.
-A mí también me cuesta estar lejos de tí...Pero pronto no tendremos que estar más lejos uno del otro...Nunca más.- Me sonreí inconcientemente, pero no de forma cínica o irónica como talves hubiese sido común en mí, si no que dejé escapar algo de inocencia, más bien dicho, anhelo en mis palabras, que con ellas arrastraron mi humana torpeza gestual.
Bella Cullen- Cantidad de envíos : 1769
Edad : 37
Localización : Forks, Washington, C.A
Estado Civil :- Casad@
Frase : No one's ever loved someone so much as I love you.
Reputación : 41
Puntos : 882685
Personaje
Raza: Vampiro vegetariano
Don: Escudo Mental
Re: Como en casa. [Edward]
Me fijé en la forma en la que se abrumaba y, al contrario de sentirme culpable por ello, me encantó verla en aquella situación. No me hacía falta leerle la mente para cerciorarme del nerviosismo que se apoderaba de ella cuando me encontraba a su lado. Conocía su reacción y, pese a que en el pasado aquel gesto me había alarmado en alguna que otra ocasión, -falta de costumbre y ser poco partidario de que dejara de respirar- me alegraba que aquella especie de mareo momentáneo fuese por mí. Finalmente, me otorgó un balbuceante saludo, al cual le respondí con una instantánea y ladina sonrisa, mostrando una perfecta hilera de blancos dientes con colmillos más pronunciados de lo normal. Mis dedos resbalaron por su, ahora, sonrojada mejilla con infinita delicadeza hasta recolocar un mechón de su cabello color castaño con destellos rojizos tras su oreja con lentitud. Alejé mi mano por el momento para dejarla reposar sobre el campo, volviendo a mi posición inicial. Eso sí, sin la mínima intención de alejar la cercanía de nuestros rostros.
“No he esperado nada más que un par de minutos. “
Clavé mis ojos dorados con un brillo especial en los suyos, de aquel color café sumamente atrayentes. - La idea de que así sea me tranquiliza. Pero, ¿cómo es que llegaste más pronto de la hora acordada? En el caso de que fuese por mí no tienes porqué hacerlo. Podrías haber tenido un accidente con el viejo trasto al querer apresurarte. - Puse los ojos en blanco y respiré innecesaria y sonoramente por la nariz. - Un par de minutos antes o un par de minutos después, es... mínimamente importante. Soy paciente. - Expuse, con un matiz de diversión. Mi humor mejoraba considerablemente cuando me encontraba a su lado. A su siguiente respuesta, no contuve a endurecer las facciones inescrutables de mi rostro. No ante la idea de no separarme de ella, porsupuesto, si no de las segundas intenciones que habían detrás de sus palabras. Yo bien sabía que aquello estaba más que hablado y zanjado. Pero aún así...
Le dediqué una sonrisa con aquel matiz inevitable de nostálgia a sabiendas de que se adelantaría en preguntar del porqué de mi repentino cambio de expresión. ¿Isabella Swan sin ninguna pregunta que hacer? ¡Qué mundo sería ese! Dirigí una de mis frías manos hasta alojarla tras su cuello para alentarla, rozando parte de su cabello con mis dedos. - Es temporal, separados por tan sólo un corto periodo de tiempo. - Le recalqué y proseguí. - Bella... sé de los errores que he cometido y no volvería a alejarme de ti jamás. Ni aunque siguieses siendo humana. - Le dije, para, seguidamente, posar mis labios sobre su mentón e ir ascendiendo lentamente hasta acariciar sus cálidos y rosados labios con los míos concienzudamente. Al comienzo mis labios rozaron con cierto recelo los de Bella hasta tomar sus labios por completo: el movimiento era suave, ameno y por lo de más tranquilo. Quizá porque quería que aquel momento más que estimulante fuese una forma tácita e implícita de decirle cuanto la había extrañado; o, quizá, porque creía que lo mejor era evitar aquel tema por hoy.
“No he esperado nada más que un par de minutos. “
Clavé mis ojos dorados con un brillo especial en los suyos, de aquel color café sumamente atrayentes. - La idea de que así sea me tranquiliza. Pero, ¿cómo es que llegaste más pronto de la hora acordada? En el caso de que fuese por mí no tienes porqué hacerlo. Podrías haber tenido un accidente con el viejo trasto al querer apresurarte. - Puse los ojos en blanco y respiré innecesaria y sonoramente por la nariz. - Un par de minutos antes o un par de minutos después, es... mínimamente importante. Soy paciente. - Expuse, con un matiz de diversión. Mi humor mejoraba considerablemente cuando me encontraba a su lado. A su siguiente respuesta, no contuve a endurecer las facciones inescrutables de mi rostro. No ante la idea de no separarme de ella, porsupuesto, si no de las segundas intenciones que habían detrás de sus palabras. Yo bien sabía que aquello estaba más que hablado y zanjado. Pero aún así...
Le dediqué una sonrisa con aquel matiz inevitable de nostálgia a sabiendas de que se adelantaría en preguntar del porqué de mi repentino cambio de expresión. ¿Isabella Swan sin ninguna pregunta que hacer? ¡Qué mundo sería ese! Dirigí una de mis frías manos hasta alojarla tras su cuello para alentarla, rozando parte de su cabello con mis dedos. - Es temporal, separados por tan sólo un corto periodo de tiempo. - Le recalqué y proseguí. - Bella... sé de los errores que he cometido y no volvería a alejarme de ti jamás. Ni aunque siguieses siendo humana. - Le dije, para, seguidamente, posar mis labios sobre su mentón e ir ascendiendo lentamente hasta acariciar sus cálidos y rosados labios con los míos concienzudamente. Al comienzo mis labios rozaron con cierto recelo los de Bella hasta tomar sus labios por completo: el movimiento era suave, ameno y por lo de más tranquilo. Quizá porque quería que aquel momento más que estimulante fuese una forma tácita e implícita de decirle cuanto la había extrañado; o, quizá, porque creía que lo mejor era evitar aquel tema por hoy.
Edward M. Cullen*- Cantidad de envíos : 14
Edad : 32
Localización : Forks, WA
Estado Civil :- Comprometid@
- Enamorad@
- En una relación
Frase : Cuída de mi corazón, lo he dejado contigo.
Reputación : 1
Puntos : 787969
Personaje
Raza: Vampiro vegetariano
Don: Telepatía Unilateral
Re: Como en casa. [Edward]
Me ponía algo nerviosa el hecho de que mi respiración y aliento cálido se chocara rápidamente con las perfectas fracciones de Edward, que a pesar de dejarme en stand by durante un momento, siempre volvía a la necesidad de respirar.
No quería que el contacto fuese tan difícil, para él, no quería complicarlo, pero en verdad...en verdad me provocaba el querer apoderarme de sus labios, y sin embargo, era como querer alcanzar el cielo o tocar a Dios, porque Edward para mí era una deidad, digno de ser el dueño del cielo completo.
-Es que...- Pensé durante un momento una excusa para mi apresurada llegada al claro, más sabía que él se daría cuenta de que no estaba diciendo la verdad, por alguna forma u otra, a pesar de mi mudez mental, él podía leer mis gestos, esto, ya sobre pasaba mi control. -Ví mal la hora y pensé que era más tarde.- Dije desviando la mirada de la forma menos sospechosa que pude.
-Sé que eres paciente, sólo que yo no.- Noté que sus gestos se endurecían, e incluso noté que su voz era algo más severa, pero a esto último le otorqué el beneficio de mi paranóia.
En seguida quise contestarle, ¡No seguiría siendo humana! Eso estaba más que decidido. Incluso contaba con el apoyo de la mayoría de mi nueva familia.
Pero aunque hubiese querido cuestionar su comentario, más bien su falsa esperanza de que yo siguiese siendo humana, hubo una fuerza mayor que captó mi atención. No podía si quiera pensar en algo durante dos segundos sin distraerme en sus hermosos ojos, o en sus finos labios. Por momentos el espacio entre nuestros rostros parecían metros, en ese momento lo eran, pero sólo hasta que Edward cumplió el deseo que en mi mente gritaba, dudaba que pudiese haberlo leído, pero aún así, fue gratificante, porque en el momento en que sus labios, dulces, helados, perfectos, eran la mejor sensación del mundo, y era entonces cuando todas mis dudas se aclaraban.
No hice más que corresponderle, ¿Acaso mi cuerpo hubiera reaccionado de otra forma? Ni siquiera aunque así lo pensara, él tenía total control sobre mí.
Mis brazos se apresuraron a abrazarlo por el cuello, tan lentamente como el ritmo del mismo beso, que parecía ignorar el tiempo, tomandonos todo el tiempo posible para ello. En ese momento no importaba si estaba envejeciendo.
No quería que el contacto fuese tan difícil, para él, no quería complicarlo, pero en verdad...en verdad me provocaba el querer apoderarme de sus labios, y sin embargo, era como querer alcanzar el cielo o tocar a Dios, porque Edward para mí era una deidad, digno de ser el dueño del cielo completo.
-Es que...- Pensé durante un momento una excusa para mi apresurada llegada al claro, más sabía que él se daría cuenta de que no estaba diciendo la verdad, por alguna forma u otra, a pesar de mi mudez mental, él podía leer mis gestos, esto, ya sobre pasaba mi control. -Ví mal la hora y pensé que era más tarde.- Dije desviando la mirada de la forma menos sospechosa que pude.
-Sé que eres paciente, sólo que yo no.- Noté que sus gestos se endurecían, e incluso noté que su voz era algo más severa, pero a esto último le otorqué el beneficio de mi paranóia.
En seguida quise contestarle, ¡No seguiría siendo humana! Eso estaba más que decidido. Incluso contaba con el apoyo de la mayoría de mi nueva familia.
Pero aunque hubiese querido cuestionar su comentario, más bien su falsa esperanza de que yo siguiese siendo humana, hubo una fuerza mayor que captó mi atención. No podía si quiera pensar en algo durante dos segundos sin distraerme en sus hermosos ojos, o en sus finos labios. Por momentos el espacio entre nuestros rostros parecían metros, en ese momento lo eran, pero sólo hasta que Edward cumplió el deseo que en mi mente gritaba, dudaba que pudiese haberlo leído, pero aún así, fue gratificante, porque en el momento en que sus labios, dulces, helados, perfectos, eran la mejor sensación del mundo, y era entonces cuando todas mis dudas se aclaraban.
No hice más que corresponderle, ¿Acaso mi cuerpo hubiera reaccionado de otra forma? Ni siquiera aunque así lo pensara, él tenía total control sobre mí.
Mis brazos se apresuraron a abrazarlo por el cuello, tan lentamente como el ritmo del mismo beso, que parecía ignorar el tiempo, tomandonos todo el tiempo posible para ello. En ese momento no importaba si estaba envejeciendo.
Bella Cullen- Cantidad de envíos : 1769
Edad : 37
Localización : Forks, Washington, C.A
Estado Civil :- Casad@
Frase : No one's ever loved someone so much as I love you.
Reputación : 41
Puntos : 882685
Personaje
Raza: Vampiro vegetariano
Don: Escudo Mental
Temas similares
» Some way through this [Edward]
» Edward Cullen
» Diario Edward
» Hola como estan???
» Cazando como maestro xD
» Edward Cullen
» Diario Edward
» Hola como estan???
» Cazando como maestro xD
Rol Twilight© :: Forks :: Bosque :: Claro
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Dic 26, 2012 10:51 pm por Edward Cullen
» Confesionario ~
Miér Dic 19, 2012 11:38 pm por Aremi Castle
» Un duda!!!
Jue Dic 13, 2012 6:51 pm por Renesmee C. Cullen
» Ficha de Wanda (por terminar)
Sáb Dic 01, 2012 10:37 pm por Wanderer Phantomhive
» Registro de avatar
Sáb Dic 01, 2012 10:08 pm por Wanderer Phantomhive
» Registro de dones.
Sáb Dic 01, 2012 9:44 pm por Wanderer Phantomhive
» ¿Quién quiere rolear?
Miér Nov 28, 2012 12:13 pm por Christine Le'Pais
» Chelsea Vulturi
Miér Nov 28, 2012 11:07 am por Renesmee C. Swan
» ¿Qué clase de pueblo es este? [Vladimir]
Lun Nov 26, 2012 1:41 am por Christine Le'Pais