Buscando...

Miré las calles con una densa oscuridad. Aquello estaba muy solitario... Me gustaba.

Me deshice de los zapatos que me había puesto para el viaje y los tiré dentro de un contenedor. Odiaba ir calzada. Prefería sentir la textura del suelo en mis pies. Solo por eso podía saber con bastante certeza en qué lugar me encontraba.

Vi que Selene y Marla me miraban extrañadas cuando tiré los zapatos. Les dediqué una tímida sonrisa y seguí mirando la calle.

Sin pronunciar sonido alguno, dije a Marla::

-Tranquila -vocalicé para que me leyera los labios. Luego le sonreí.

Sabía que estaría bastante nerviosa y eso no era bueno. Esperé a que el humano llegara, entonces caí en la cuenta de algo.

-¿Me ayudas? -le dije a Selene. Le entregué mi mochila y, mientras ella la sujetaba, rebusqué con las dos manos dentro. Pronto encontré lo que buscaba: un bote de colonia muy fuerte que olía a jazmines. Me eché un poco por el cuello y luego en el pelo-. No soporto el olor a humano... -le expliqué a Selene-. Me pasa lo mismo que con los licántropos.

Cuando su corazón comenzó a ir más deprisa, hice una mueca. Detestaba su olor, no por la sed que me daba ya que mi auto control estaba completamente controlado, pero odiaba el olor de los humanos. Era una de las razones por las que dejé de alimentarme de ellos.

-Hola -lo saludé sin mirarle.

Luego recordé a Marla y todo lo que aquello suponía para ella. Sabía que no ocurriría nada, era muy improbable que mi don actuara así como así y mucho menos cuando yo quería. Lo miré directamente a los ojos y sonreí al ver que no ocurría nada.

Eso era una buena señal...creía.

De repente el marrón chocolate de mis ojos desapareció dejando paso al verde hierba que tanto odiaban los vampiros y que yo tanto temía...

Franco abría mucho los ojos y no paraba de temblar. Soltó un gran rugido. Se removía en el suelo delirando, producto sin ninguna duda de una repentina ponzoña provocada por un ser tan terrorífico como el que más...
Provocada por un vampiro.

Volví a la realidad inmediatamente. Y al verme en la calle junto a Selene y al mismo humano del que acababa de presenciar su transformación, solté un grito. Un grito infernal que recorrió varias calles.
Un grito desesperado y aterrador.

Caí al suelo sin fuerzas con las manos pegadas a la cara. Cerré los ojos con fuerza, mucha fuerza. Las pestañas me ardían y ahora la que temblaba era yo.

Separé las manos de mi cara y observé a Selene. Notaba la presencia de Marla cerca, eso me tranquilizó...un poco.

Vi al humano todavía al otro lado de Selene. Esta vez no grité, pero me separé de ellos algo más de cinco metros.

-¡No te acerques a mí! -solté casi como un gruñido. Esta vez mi tono no era de miedo, si no de advertencia. No sabía que vampiro le había transformado y, quién sabe, quizá fuera yo...

La vámpira de apariencia joven me miraba fijamente a los ojos, cuando estos se volvieron de un tono verdoso. Enseguida lanzó un grito desgarrador, tuve que taparme los oidos.

Luego de eso Selene me tomo del brazo, y la otra vampira grito que no me acercara, no sabia que habia pasado, todo paso demasiado rapido...

Sin pensarlo pregunté -¿Qué ha pasado?-

Escuché la voz de Marla y negué con la cabeza rápidamente.

-¡No, no saldrá bien! ¡Nada va a salir bien!

Respiré frenéticamente y me mordí el labio inferior. El humano me miraba algo confuso y quizá también asustado.

-Yo...perdóname. Tengo que irme... -murmuré y eché a andar hacia abajo por la calle. Debía alejarme de ese chico, no quería causarle daño.

No sería yo quien fastidiara su vida eternamente.