Caminando por el bosque...

Corrí por el bosque hasta que el cielo volvió a hacer cosas raras, como la primera vez que había aparecido Marla en el bosque. Me paré en seco extrañada. ¿Estaría ella por los alrededores?

-¿Marla...? -pregunté entre las hojas de los árboles.

Siento el aroma caracteristico de Rinoa, pero junto a ella siento otro... desconocido. Sin hacer ruido me levanto sigilosamente y llegó hasta ella -Estoy aqui- le susurro al oido... -Siento el aroma de otro vampiro, ten cuidado. Como ya te vio, no puedo borrar tu presencia de su mente

Me sobresalté al escuchar la voz de Marla.

-Definitivamente nunca me acostumbraré a tu manera de presentarte... -susurré-. ¿Reconoces el aroma del otro vampiro? -le pregunté.

Eché un vistazo disimuladamente entre los árboles, pero no conseguía ver a nadie.

-Si, siento su olor... esta cerca, pero no puedo verla- sigo susurrando solo para que Rinoa me escuche -Pero creo que es inofensiva, algo me lo dice- Mi don se ausenta, dejandome ver en la mente de los demás... -Ahora me ves, no?. Esto solo pasa cuando no me siento amenazada-

-Tu don nunca dejará de sorprenderme, Marla... -le dije en un tono de voz indetectable por cualquier humano, pero Marla me podía escuchar fácilmente.

Mi mirada se internó por todo el bosque, pero el día era bastante oscuro. Removí las nubes y varios rayos de sol se filtraron por las copas de los árboles, convirtiendo aquél lugar en un hermoso bosque luminoso. Marla y yo brillábamos al contacto de los rayos de sol, y me alegré de que no hubiera ningún humano por los alrededores.

Necesitaba sentir el contacto de mi piel con las hojas del bosque que había en Forks. Necesitaba volver a ver todos los rincones donde me había escondido. Lo necesitaba, y pronto...

Recorrí el bosque emocionada, creía que nunca lo volvería a ver. Inspiré el aire húmedo característico de la zona, y un aroma conocido entró hasta mi garganta. ¿Rinoa? No podía ser, ella se había marchado hacía unos días. Entonces, significaba que había estado allí hacía muy poco. También habían varios aromas más en el mismo lugar de donde venía el de Rinoa. ¿Amigos de ella, o por el contrario enemigos?

Corrí un poco más deprisa hacia el origen de los aromas y me escondí entre unos arbustos. Descubrí a dos chicas. Una parecía triste, sumergida en sus pensamientos. La otra, sonriente y amigable.

¿Y el aroma que faltaba?

Con mi mochila al hombro, decidí acercarme a las dos chicas. Seguía en alerta, pues no sabía de quién podría ser el otro aroma ya que me era desconocido.

Mientras me iba acercando, escuché sus nombres. La de pelo oscuro era Marla, y la rubia era Rosalie.

-Hola -saludé a ambas.

-Todo bien, gracias -le dije algo fría-. Quizá os parezca rara mi pregunta, pero, ¿ha estado aquí Rinoa Wells?

Su aroma se iba desvaneciendo de aquél lugar, pero era más que obvio que había estado allí.

-¿Supusiste que te lo preguntaría? -le pregunté algo extrañada.

Que yo recordara, nunca me había cruzado con aquella chica en toda mi vida y no podía saber nada acerca de mí. Entonces, ¿por qué lo supuso? Quizá tuviera algún tipo de don parecido al mío...

-Y dime... ¿Que te trae de vuelta por Forks?- Intenté entablar algún tipo de conversación.

Me relajó saber que eran amigas, y no enemigas, de mi hermana. ¿Cómo iban a saber que yo era su hermana?

-Perdona mi actitud, los años me han enseñado a tomar precaución con vampiros desconocidos. Espero que lo entiendas... -me disculpé-. Si por mí fuera no me habría ido de Forks, pero me fui un tiempo porque... -dudé en decirlo, pero finalmente decidí contárselo- un vampiro se ofreció para ayudarme a controlar mi don. Y ahora que lo conseguí decidí volver a lo que en su día fue mi hogar.

La miré durante un instante.

-Tu turno -la invité a contarme algo más sobre ella.

-¿Buscas a un vampiro? -pregunté entrecerrando los ojos para verla mejor. No sé por qué lo buscaba, pero aquello me recordó a las noches que pasaba escondida en cuevas por los bosques para que no me encontraran los vampiros que me habían dado caza.

Seguí escuchándola, y su pregunta me resultó extraña. Incliné la cabeza hacia un lado.

-Casi noventa años -le conté a Marla-. Tenía 16 cuando me transformaron.

-Quizá mejor que no lo recuerdes -le dije mientras me sentaba en la rama de un árbol sin dejar de observarla-. Algunos vampiros sufrieron mucho en su transformación, y lo peor es que cuando despertaron se vieron solos... -me recordé a mí misma.

-Así es, desperté sola... -dije recordando nitidamente aquél momento-. Pero yo no tenía una casa a la que volver -dije mostrando una pequeña sonrisa.

Intenté mantenerla la mirada suficiente rato, pero no conseguía descubrir nada nuevo...